El Trono del Sol es el asiento empleado por el monarca de Cairhien en su sala de audiencias y el símbolo de su poder. Se encuentra situado en la Gran Sala del Sol, en el mismo centro del Palacio del Sol de la capital del reino, Cairhien. Pese a su gran simbolismo y su nombre rimbombante, el Trono del Sol es una pieza de mobiliario sobria y claro ejemplo de la contención cairhienina. Está recubierto de pan de oro y de seda dorada, pero no es en absoluto aparatoso, pues sus dimensiones son modestas y las líneas, sobrias y carentes de ornamentos. Los únicos elementos que señalan claramente que está reservado al rey de Cairhien son sus gruesos brazos y el llamativo Sol Ascendente, el símbolo de la nación, situado en la parte superior del respaldo para que dé la impresión de que los rayos solares caigan sobre la cabeza del monarca.
La simplicidad del Trono del Sol fue precisamente una de las excusas que alegó el rey Laman Damodred cuando ordenó talar el árbol Avendoraldera para labrarse un asiento de acorde con su dignidad, y que a la larga provocó la Guerra de Aiel, una larga crisis en Cairhien y la pérdida del poder de la Casa Damodred. Tras el desastre sufrido por Cairhien ningún otro rey hizo otro intento de sustituir el Trono del Sol como el símbolo de su poder y Rand al'Thor lo conservó en su emplazamiento original cuando se hizo con el dominio de la nación, pese a que nunca se sentó sobre él y mandó llevar a la Gran Sala del Sol el Trono del Dragón. Rand anunció a los nobles cairhieninos que el Trono del Sol estaba reservado a Elayne Trakand, Heredera al Trono de Andor y con pretensiones al de Cairhien a través de su ascendencia paterna, perteneciente a la Casa Damodred. Los cairhieninos, activos jugadores del Daes Dae'mar continuaron conspirando por sentarse en el Trono del Sol y Colavaere Saighan consiguió su objetivo durante un corto espacio de tiempo hasta que Rand la depuso y se reafirmó en su intención de allanar el camino a Elayne.
Siendo ya reina de Andor, Elayne se ha trasladado recientemente a Cairhien y ha expuesto a la nobleza su reclamación al Trono del Sol. Justo antes de sentarse en él su Guardián, Birgitte, descubrió una pequeña aguja envenenada destinada a matarla en cuanto se sentara en él. Después de retirarla, y ante la mirada sorprendida de los nobles y de la propia Elayne, Birgitte se sentó en el Trono del Sol para asegurarse de que no había más trampas y sólo se levantó para dejar paso a la flamante reina después de decir que el asiento no era muy cómodo.